Los temas de
EL TERCER TESTAMENTO

La Reencarnación en la Biblia
Parte II


Juan el Bautista: Elías reencarnado.

A pesar de numerosos intentos por parte de las grandes religiones y sectas cristianas establecidas por negar las evidencias que atañen a la reencarnación del profeta Elías en Juan el Bautista, dichas evidencias son de tal magnitud que no pueden ser ocultadas.

El Libro de Malaquías
Este libro, el último en el Antiguo Testamento, es sumamente importante porque contiene la profecía del regreso de Elías, que se llevará a cabo, como veremos de inmediato, con la reencarnación de el más grande profeta de Israel en Juan el Bautista. Nótese que las palabras del último párrafo son citadas textualmente en el pasaje de Mateo 3, cuando el ángel anuncia a Zacarías que en su hijo Juan (el Bautista) encarnaría el espíritu del profeta Elías.


	He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el 
	día de Jehová, grande y terrible.
	Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos
	y el corazón de los hijos hacia los padres...
	         Malaquías 4:5,6

A continuación, uno tras otro para su mejor comparación, las descripciones en el Libro 2 de Reyes de la personalidad de Elías tesbita y en el Evangelio de Mateo de la personalidad de Juan el Bautista.

	Y Juan estaba vestido de pelo de camello, y tenía un cinto 
	de cuero alrededor de sus lomos; y su comida era langostas 
	y miel silvestre.
	               Mateo 3:4

	Y ellos le respondieron: Un varón que tenía vestido de pelo, 
	y ceñia sus lomos con un cinturón
	de cuero. Entonces él dijo: Es Elías tesbita.
	              2 de Reyes 1:8

¿Simple coincidencia? Veamos. Cuando el mensajero de Dios se aparece ante Zacarías para anunciarle que su mujer va a tener un hijo en el cual encarnará un profeta, anuncia con total claridad que el espíritu que morará en esa criatura por nacer es nada menos que el de Elías, citando incluso a Malaquías:

	E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, 
	para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, 
	y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar 
	al Señor un pueblo bien dispuesto.
	            Lucas 1:17

Citemos ahora el versículo (el único) que usan incorrectamente las religiones occidentales que no pueden aceptar la ley de reencarnación porque naturalmente verían disminuido su poder moral y material sobre las consciencias de los hombres. Lo curioso es que al negar que Juan el Bautista fuera la reencarnación del espíritu de Elías, acaban por negar también las aseveraciones del mismo Divino Maestro, como se podrá ver claramente más adelante.

	Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres Tú Elías? 
	Dijo: No soy. 
	¿Eres tú el profeta? Y respondío: No.
	Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta 
	a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?
	Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: 
	Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.
	              Juan 1:21,23

Y ciertamente, cuando le preguntan los doctores de la ley a Juan el Bautista si era Elías, éste contesta que efectivamente, no lo es: él es Juan, hijo de Zacarías y Elizabeth.

Pero ¿qué hubiera sucedido si la pregunta le es formulada correctamente? "¿Llevas en tí el espíritu de Elías?" La respuesta, por supuesto, hubiera sido otra, confirmando lo anunciado por el ángel a Zacarías.

Y todavía existe la otra posibilidad: de que como viene constatado en Eclesiastés, el recuerdo de vidas pasadas hubiera estado vedado también para Juan el Bautista, pero Jesús, siendo el Hijo del Hombre y el Verbo Encarnado, era conocedor de todas estas cosas ocultas al normal de los mortales.

De no haber llegado el espíritu de Elías a morar en la vida y cuerpo de Juan el Bautista, las profecías de Malaquías 4 y Lucas 1 no se hubieran cumplido y el Mesías, al no regresar Elías, ¡aún no hubiera llegado! Los teólogos cristianos le están dando, inadvertidamente, la razón a los teólogos ortodoxos judíos que continúan negando que Jesús haya sido el Mesías porque también continúan esperando a Elías.

Tan no es así y que sí se cumplieron las profecías que Juan mismo lo aclara cuando reconoce ser la voz de aquel que clama en el desierto para preparar los caminos del Señor. Si Juan el Bautista no hubiese llevado en sí el espíritu del profeta Elías, ¿por qué entonces Jesús de Nazaret, el Mesías esperado de Israel, y a quien reconocemos como el Cristo, afirmaría de una manera tan rotunda éso?


	Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir.
	            Mateo 11:14

	Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, 
	sino que hicieron con él todo lo que quisieron
	              Mateo 17:12

	Pero os digo que Elías ya vino, y le hicieron todo lo que 
	quisieron,  como ésta escrito de él.
	               Marcos 9:13

Es aquí cuando los teólogos enmudecen. Y se meten en el brete de tachar de mentiroso, debido a su incorrecta interpretación, sea a Juan el Bautista ¡o al mismo Cristo! El hecho de que entre los judíos contemporáneos a Jesús existía ya la noción y el conocimiento aceptado de la ley de reencarnación del espíritu lo demuestra el siguiente versículo, totalmente innecesario si el caso contrario hubiese sido lo verdadero:

	Otros decían: Es Elías. Y otros decían: Es un profeta, 
	o alguno de los profetas.
	              Marcos 6:14,15

Tan era normal la noción de la reencarnación entre el pueblo de Israel, que de otro modo no se podría explicar el que Jesús a veces fuera tomado como la reencarnación de alguno de los profetas. En Marcos 8:27, Jesús mismo es quien pregunta a Sus discípulos:

	"¿Quién dicen los hombres que soy yo?"

	Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista,
	otros, Elías; y otros, alguno de los profetas.
	              Marcos 8:27

El consenso de opinión general pareciera haber sido en ese momento de que Él era la reencarnación ya sea, de Juan el Bautista o de alguno de los profetas del Antiguo Testamento. El hecho de que muchos opinaran así demuestra que la reencarnación era un concepto ampliamente difundido y aceptado en el Israel contemporáneo de Jesús...incluyendo por lo que se puede ver, al mismo Divio Maestro, quien no corrige ni enmienda esa noción.


Una lectura del siguiente versículo arroja aún más luz sobre el conocimiento que los discípulos tenían ya de la reencarnación.


	Al pasar Jesús vió a un hombre
	ciego de nacimiento.
	Y le preguntaron sus discípulos, diciendo:
	Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres
	para que haya nacido ciego?
	       Juan 9:1,2
¿Qué sentido hubiese tenido que los discípulos de Jesús hubieran formulado esta pregunta si no supieran que se puede pecar antes de nacer, es decir, en una existencia anterior? ¿O es que alguien puede ser "castigado" por Dios -desde su nacimiento- antes de haber cometido pecado alguno?
La resurrección de la carne es la reencarnación del espíritu.
Una de las maneras de ocultar la ley de la reencarnación del espíritu, es a través de inclinar la interpretación de numerosos pasajes de la Biblia que tratan de aquello, para hacerles parecer que se refieren a la materialista noción de la resurreción de los cuerpos de los muertos. Jesús refuta esta interpretación materialista, y explica que la resurreción de la materia es del espíritu (los ángeles en el cielo).

Jesús y la reencarnación.


	Aquel día vinieron a él los saduceos, que dicen 
	que no hay resurreccion, y le preguntaron,
	diciendo: Maestro, Moisés dijo: 
	Si alguno muriere sin hijos, su hermano se casará 
	con su mujer, y levantará descendencia a su 
	hermano. Hubo, pues, entre nosotros siete hermanos; 
	el primero se casó, y murió; y no teniendo 
	descendencia, dejó su mujer a su hermano.
	De la misma manera también el segundo, y el tercero, 
	hasta el séptimo.
	Y después de todos murió también la mujer.
	En la resurrección, pues, ¿de cuál de los siete 
	será ella mujer, ya que todos la tuvieron?

	Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis, 
	ignorando las Escrituras y el poder de Dios.
	Porque en la resurrección ni se casarán ni se darán en 
	casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo.

Y en el versículo siguiente -por si todavía hubiera duda- Jesús desestima por completo la grosera interpretación de la resurrección de cadáveres cuando afirma: Dios es Dios de vivos, no de muertos.

	Pero respecto a la resurrección de los muertos, 
	¿No habéis leído lo que os fue dicho por Dios, cuando dijo:
	Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Issac y el Dios de 
	Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.
	       Mateo 22:23,32

En el siguiente pasaje del Evangelio de Mateo, Jesús explica cuál es la razón por la cual un espíritu no vuelve a tomar un cuerpo "ya usado".
	
	Nadie pone remiendo de paño nuevo en un vestido viejo;
	porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura.
	Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres 
	se rompen, y el vino se derrama, y los odres se pierden; 
	pero echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se
	conservan juntamente.
	               Mateo 9: 16,17

Juan 3
En el Evangelio de Juan, el Divino Maestro habla de la resurrección no como el cuerpo de un hombre volviendo a la vida -de la carne- sino a través del nacimiento, la reencarnación del espíritu en un cuerpo nuevo.

	Respondió Jesús y le dijo: De cierto de cierto os digo, 
	que el que no naciere de nuevo, no puede
	ver el reino de Dios.
	Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer 
	siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez 
	en el vientre de su madre, y nacer?
	      Juan 3:3,4

El versículo transcrito abajo ha sido interpretado por los teólogos cristianos, indebidamente, como referente al bautizo material. Debemos aclarar que el cristianismo, al no aceptar los significados espirituales, continúa bautizando ritualmente a sus hijos con el bautismo de Juan, no con el bautismo sutil y espiritual del Mesías; después de todo, es más fácil ser literal con el bautismo de agua; la aplicación literal del bautizo de fuego resultaría en severos daños para el así bautizado.

Al responder Jesús a Nicodemo, le dice que no confunda lo material con lo espiritual, que es precisamente lo que los teólogos modernos -igual que Nicodemo- han hecho. La clave para una correcta interpretación está en el versículo de Lucas que hemos puesto inmediatamente después, donde Juan el Bautista (Elías) analiza por nosotros el significado del agua y el significado del fuego: arrepentimiento y espíritu, respectivamente.

De este modo sabemos que Dios concede una nueva vida a aquéllos espíritus que, debido al arrepentimiento, sabrán reconocer en cada nueva vida, una nueva oportunidad para enmendarse, pues ciertamente, quien no se enmienda no puede entrar al Reino. Y los espíritus que no se arrepienten de sus errores, permanecen en el valle espiritual en tinieblas sin reencarnar (véase I Pedro 3:18 al 20).

 
	Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el 
	que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar
	en el reino de Dios.
	Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es 
	nacido del Espíritu, espíritu es.
	       Juan 3;5,6

	Yo  a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento,
	pero el que viene tras de mí, cuyo calzado yo
	no soy digno de llevar, es más poderoso que yo;
	él os bautizará en Espíritu Santo
	y fuego.
	       Mateo 3:11

A continuación, el Divino Maestro usa la metáfora del viento -la palabra griega significa tanto espíritu como viento- para hablar, una vez más, del espíritu que llega a posarse en el vientre de las madres, y que éstas ignoran de donde vino ese espíritu.

	No te maravilles de que te dije: 
	Os es necesario nacer de nuevo.
	El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido;
	mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; 
	así es todo aquel que es nacido del Espíritu.

	Respondió Nicodemo y le dijo: 
	¿Cómo puede hacerse esto?
	Respondió Jesus y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y 
	no sabes ésto?.
	                Juan 3:7-10

Y el concepto de no saber de quién es o de donde viene el espíritu que anima a un nuevo ser humano al nacer, se encuentra también en esta afirmación que el Maestro le hace a Sus discípulos:

	Vosotros no sabéis de qué espíritu sois.
	        Lucas 9:55


Pablo y la reencarnación del espíritu.
En las Cartas o Epístolas de Pablo de Tarso, el llamado apóstol de los gentiles, éste se refiere con amplitud al concepto de la renovación del hombre ("viejo hombre" le llama Pablo en Romanos 6:6) a través de el sacrificio de Jesús, el Cristo, así como a la resurrección de la carne en el tiempo final, idea de la doxología farisea que llegó al cristianismo precisamente por Pablo. Pero existe un pasaje sumamente "misterioso" -incluso Pablo describe lo que explica como un misterio- y que habla de algo diferente: la reencarnación.

En la primera Epístola a los Corintios, después de tratar acerca de la resurreción de la carne en el sentido literal, es decir, la resucitación de los muertos (1 Corintios 15:12-29), Pablo entra en un terreno insospechado a partir del versículo 35. Comienza por desechar la idea de que se reencarne en el mismo cuerpo anterior ("lo que siembras -el cadáver- no es cuerpo que ha de salir") sino en un cuerpo diferente, según la voluntad de Dios.


	Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos?
	¿Con qué cuerpo vendrán?
	Necio, lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes.
	Y lo que siembras no es el cuerpo que ha de salir, 
	sino el grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano;
	pero Dios le da el cuerpo como él quiso, 
	y a cada semilla su propio cuerpo.
	      1 Corintios 15: 35-38

Por si fuera poco, Pablo continúa y aclara que, contrario a lo que creen algunas religiones orientales, el espíritu que antes habitó en un hombre no puede encarnar en otra criatura más que en otro ser humano y expone las razones para ello, reafirmando lo dicho por Jesús a este respecto. Ver el párrafo de los odres viejos.

	No toda carne es la misma carne, 
	sino que una carne es la de los hombres, 
	otra carne la de las bestias, 
	otra la de los peces, y otra la de las aves.

	Y hay cuerpos celestiales y cuerpos terrenales; 
	pero una es la gloria de los celestiales, 
	y otra la de los terrenales.
	        1 Corintios 15: 39,40


	Pero esto digo, hermanos: que la carne 
	y la sangre no pueden heredar el reino de Dios,
	ni la corrupción hereda la incorrupción.
	      1 Corintios 15:50

Y el que transcribimos a continuación es el pasaje cumbre de las explicaciones de Pablo respecto a la resurrección de la carne entendida como la reencarnación del espíritu. Nótese la diferencia que Pablo pone entre los que duermen, los que mueren y los que son transformados. Hay teólogos que pretenden interpretar el "dormir" de que habla Pablo como la muerte, pero si así fuera ¿por qué entonces dice Pablo que algunos no dormirán, incluéndose él? (Pablo fue degollado cerca del año 70 DC)

	He aquí, os digo un misterio: 
	No todos dormiremos;
	pero todos seremos transformados,
	en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, 
	a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, 
	y los muertos serán resucitados incorruptibles,
	y nosotros seremos transformados.
	      1 Corintios 15: 51, 52
Y Pablo termina su explicación parafraseando a Oseas, negando también él la ineexorabilidad de la muerte.

	¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? 
	¿Dónde, oh sepulcro,tu victoria?
	     1 Corintios 15: 55
Por cierto, en Efesios 1:4 viene claramente especificada la pre-existencia del espíritu, no sólo antes de esta vida sino antes de la creación material misma:

	...según nos escogió en él
	antes de la fundación del mundo
	para que fuésemos santos y sin mancha
	delante de él.
	      Efesios 1:4


El Apóstol Pedro y los espíritus encarcelados.
Pedro (Cefas), el apóstol que atestiguara la transfiguración en el Monte Tabor, escribe sobre "los espíritus encarcelados" que quedaron retenidos después del Diluvio. Ésto hace surgir numerosas interrogantes. ¿únicamente los espíritus de los grandes pecadores quedaban encarcelados? ¿Dónde estaba o qué era -o es- esa "cárcel"? Y los espíritus de los hombres que no eran grandes pecadores -Jacob, David, Salomón, los profetas, etc.- ¿dónde estaban? Sabemos, por ejemplo, de un "lugar" metafórico al que Jesús llama "el seno de Abraham" y en la parábola de Lázaro y el rico avaro (Lucas 16:20-25) se puede inferir que al menos existen dos "lugares" o situaciones en las cuales los espíritus habitan, una vez desencarnados.

	Porque también Cristo padeció 
	una sola vez por los pecados, 
	el justo por los injustos, 
	para llevarnos a Dios,
	siendo a la verdad muerto en la carne,
	pero vivificado en espíritu;
	en el cual también fue y predicó
	a los espíritus encarcelados,
	los que en otro tiempo desobedecieron,
	cuando una vez esperaba la paciencia de Dios, 
	en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, 
	en la cual pocas personas, es decir, ocho, 
	fueron salvadas por agua.
	      1 Pedro 3: 18-20

Y aquí es donde, en vista de los análisis anteriores, entra la última gran interrogante: ¿No será la reencarnación -el retorno al mundo en una nueva vida humana para corregir errores- la otra opción propuesta por el infinito amor de Dios, opción a la que Pablo califica de misterio y que sin embargo el Espíritu de Verdad nos vino a explicar en este Tercer Tiempo? Ver La Reencarnación del Espíritu.


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